22 de mayo de 2019

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Rosario Meditado. Misterios Luminosos. La institución de la Eucaristía

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Misterios Luminosos
La institución de la Eucaristía
Haced esto en memoria mía (Lc 22,19)

Reflexión 

Misterio de luz es, por fin, la institución de la Eucaristía, en la cual Cristo se hace alimento con su Cuerpo y su Sangre bajo las especies del pan y del vino, dando testimonio de su amor por la humanidad « hasta el extremo » y por cuya salvación se ofrecerá en sacrificio.
(Juan Pablo II, Rosarium Virginis Mariae, 21)

«Sacramento del amor». Sí, en la Eucaristía Cristo ha querido darnos su amor, que le impulsó a ofrecer en la cruz la vida por nosotros. En la última Cena, lavando los pies a sus discípulos, Jesús nos dejó el mandamiento del amor: «Como yo os he amado, así amaos también vosotros los unos a los otros». Pero dado que esto es posible sólo permaneciendo unidos a Él, como sarmientos a la vid, eligió quedarse Él mismo entre nosotros en la Eucaristía para que nosotros podamos permanecer en Él. Cuando, por lo tanto, nos alimentamos con fe de su Cuerpo y de su Sangre, su amor pasa a nosotros y nos hace capaces a nuestra vez de dar la vida por los hermanos. De aquí brota la alegría cristiana, la alegría del amor.
(Benedicto XVI. Ángelus,18 de marzo de 2007)

 Ante todo, hemos de amar la Santa Misa que debe ser el centro de nuestro día. Si vivimos bien la Misa, ¿cómo no continuar luego el resto de la jornada con el pensamiento en el Señor, con la comezón de no apartarnos de su presencia, para trabajar como El trabajaba y amar como El amaba? Aprendemos entonces a agradecer al Señor esa otra delicadeza suya: que no haya querido limitar su presencia al momento del Sacrificio del Altar, sino que haya decidido permanecer en la Hostia Santa que se reserva en el Tabernáculo, en el Sagrario.
Os diré que para mí el Sagrario ha sido siempre Betania, el lugar tranquilo y apacible donde está Cristo, donde podemos contarle nuestras preocupaciones, nuestros sufrimientos, nuestras ilusiones y nuestras alegrías, con la misma sencillez y naturalidad con que le hablaban aquellos amigos suyos, Marta, María y Lázaro. Por eso, al recorrer las calles de alguna ciudad o de algún pueblo, me da alegría descubrir, aunque sea de lejos, la silueta de una iglesia; es un nuevo Sagrario, una ocasión más de dejar que el alma se escape para estar junto al Señor Sacramentado.
(San Josemaría Escrivá)

Reflexiones recogidas en la web: boletinrosario.blogspot.com

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